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Los riesgos de las cadenas de suministros en Latinoamérica


En 2023, los inversores y el sector empresarial en general estarán expuestos a grandes riesgos en Latinoamérica. Las dinámicas que marcarán el avance o exposición a esos riesgos serán:


1) La limitación del impacto de la marea rosa.

2) Nuevas olas de violencia política en Argentina, Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y México.

3) El retroceso de EE.UU en la región a favor de China.

4) La mejora de las perspectivas de bonos soberanos con Brasil anclando esta dinámica al tema ambiental.

5) La continuidad de la erosión de la confianza pública en las instituciones como causa matriz de algunos de los problemas de violencia política doméstica más relevantes.

6) La pérdida de los equilibrios fiscales/monetarios que han estabilizado a la región luego de la década de los 90.


Si bien los líderes de izquierda celebran el regreso al poder del brasileño Lula da Silva como el máximo líder global de la llamada “Marea Rosa” de América Latina, es casi seguro que con Argentina sufran algún retroceso. Muchos le llaman a esta elección el principio del fin de la marea rosa. El asunto es más complejo, aunque cierto es que gobierne quien gobierne en la región tiene muy difícil consolidar una tendencia ideológica. Los ciudadanos, empresas y gremios quieren resultados y estos no se conquistan con versos ideológicos.


La incapacidad de los gobiernos de izquierda para resolver demandas sociales pendientes desde hace mucho tiempo, exacerbada por la pandemia y la crisis del coste de vida, sostendrá el sentimiento de descontento que los llevó de vuelta al poder en primer lugar. Ecuador y Paraguay pueden sumarse a la llamada marea rosa, pero en realidad lo que está en juego es la gobernanza en momentos en el que no necesariamente las materias primas vengan en auxilio de los redentores sean estos socialistas o liberales. En el medio, la pérdida de los controles macroeconómicos monetarios y fiscales que han estabilizado luego de los 90 a la región.


Como resultado, las empresas y los inversores están expuestos a una posible exacerbación de la polarización extrema, con el riesgo de un círculo vicioso en el que el mayor debilitamiento de las instituciones desmejoren el retorno de inversión especialmente en lo concerniente a inflación y estabilidad monetaria.


Por otro lado, lejos del optimismo inicial, es poco probable que América Latina alcance importante ventaja en nearshoring durante 2023. Datos de diversas consultoras y think tanks latinoamericanos indican múltiples obstáculos que socavarán la capacidad de la región para capitalizar el deseo de EE. UU. y Canadá de desvincularse de China en 2023. La alta criminalidad, los riesgos de disturbios civiles exacerbados, la infraestructura de transporte deficiente, la creciente vulnerabilidad a los desastres climáticos y los controles laborales débiles no hacen atractiva a la región a la hora de relocalizar las cadenas de suministros más cerca de las casas matrices.


México, el país con las mayores ganancias potenciales de la nearshoring (alrededor de USD 35.300 millones para el aumento de las exportaciones, según el BID), está viendo cómo el coste económico de la violencia alcanzaba los USD 2.600 millones. Los desafíos operativos y financieros de la región para las empresas, y los costes sociales para los empleados, continuarán impulsando los impactos asociados para la estabilidad política y demostrarán el eslabón débil en la confianza de los inversionistas al evaluar las opciones de desvinculación.


Por otro lado, la competencia energética y mineral global dejará su huella en las operaciones comerciales en las Américas en el próximo año, a medida que Canadá y EE. UU. rechacen la expansión de China. La aplicación de criterios de seguridad nacional de potencias occidentales (eso incluye Europa), a las políticas comerciales y de inversión extranjera se generalizará, con los minerales y semiconductores de transición críticos bajo el foco de atención. En este contexto, es probable un retroceso ligero y temporal de China por presión de Washington y a largo plazo, la competencia podría traer oportunidades de inversión occidental en el Cono Sur aprovechando las necesidades de aseguramiento de las cadenas de suministros de Occidente de cara al avance chino.



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