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Learnability y knowmads

  • Martín Durán @MHDG1945
  • 30 abr 2017
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023


Tal como nos indica Yuval Noah Harari, la humanidad sigue luchando contra la enfermedad, el hambre y la guerra gestionando circuitos de poder a través de marcos narrativos intersubjetivos. Pero aún así, nos hemos fijado desde hace un tiempo tres metas adicionales como lo son la amortalidad, la felicidad y la divinidad. Por primera vez, estamos a un paso de superar las barreras de la vida biológica inteligente e incluso superar al cerebro creando otras entidades inteligentes que podrían dejar por finalizada la edad del homo sapiens.


Ufff que fuerte… Demasiado ya. Hablamos de 1 o 2 siglos a futuro. Algunos estiman menos tiempo. No obstante, como homo sapiens nos importa más el ahora ¿Qué hacer mientras todo esto pasa? Si es que pasa ¿Cómo llego a final de mes ante esta realidad que ya está emergiendo? No pocos lectores empleados o desempleados, empleadores o emprendedores, consumidores o prosumidores, se están llevando las manos a la cabeza ante los ya actuales desafíos que están dejando regados los pasos de la tercera y cuarta revolución industrial en ciernes.


Esta entrada trata básicamente de eso: ¿Cómo llegar a fin de mes en el camino hacia la amortalidad, la felicidad y la divinidad?


Trataremos de ser breves.


Vivimos acumulando, integrando y analizando datos e información, aumentando la capacidad de los ordenadores, generando conocimiento con una caducidad o actualización casi instantánea. Como consecuencia, los acontecimientos se vuelven más erráticos e inesperados. Mientras más sabemos, menos podemos predecir. La utilidad de un nuevo conocimiento se basa en estimular nuevos comportamientos pero cuando la gente cambia su forma de actuar esos conocimientos paradójicamente quedan obsoletos dependiendo, desde luego, de la dinámica de poder en la que están inmersas las personas. El conocimiento que cambia el comportamiento pierde rápidamente su relevancia porque cuantos más datos tenemos y mejor entendemos el funcionamiento de los fenómenos de interés y su historia, más rápidamente la historia altera su rumbo y queda desfasado dicho conocimiento.


Hasta hace no mucho, el saber humano crecía despacio, por tanto, lo podías fijar por largo tiempo. La economía y la política cambiaban a un ritmo pausado. Desde hace poco, nuestro conocimiento crece y cambia a una velocidad de vértigo y, hasta cierto punto, al menos en teoría, deberíamos entender el mundo mucho mejor que antes. Pues bien, ocurre todo lo contrario porque esa vertiginosa actividad revolucionaria cognitiva impacta rápidamente en la realidad provocando cambios económicos, sociales, políticos veloces y no pocas veces inusitados. Es un bucle cada vez más rápido y, si me permiten la expresión cinematográfica, furioso. De hecho, cada vez somos menos capaces de dar sentido al presente y pronosticar el futuro lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Cómo podemos tomar decisiones acertadas de cara al futuro inmediato? Solo podemos atisbar posibilidades, no más que eso. Llegados a este punto ¿Cómo podemos diseñar un plan estratégico laboral o de aprovechamiento del talento? ¿Cómo podemos adaptarnos y reciclarnos para ser atractivos económicamente?


La situación es complicada para empleadores, empleados y emprendedores. Nadie sabe realmente cómo y ni siquiera nos hemos dado cuenta que damos palos de ciego y cuando creemos que hemos controlado la situación ya todo ha cambiado.


Concentrémonos en los trabajadores, sobre todo los profesionales universitarios o con algún tipo de talento. Salvo los profesionales de la salud, los ingenieros y matemáticos o estadísticos, la gran masa activa laboral no tiene muchas opciones de empleo en el marco de lo que ellos consideran sus capacidades y talentos. Pero cuidado, los que ahora están seguros de adquirir un empleo porque son ingenieros, matemáticos o médicos, tampoco están seguros de sus líneas de trabajo. Todo cambia incluso en sus áreas de desarrollo. Nada es seguro porque en el camino a la “amortalidad”, la felicidad y la divinidad que nos guarda el futuro nada permanece como ya viene ocurriendo desde hace tiempo.


Para poder sobrevivir, tienes que emplearte a fondo en lo que se conoce como “learnability”. José Antonio Marina, hace poco, nos habló en un artículo sobre este término: “Learnability” no es fácil de traducir al castellano y significa en inglés el deseo y la habilidad de aprender rápida y eficazmente. Es mucho menos pasiva que la palabra castellana “educabilidad” y está sustituyendo a la palabra “empleabilidad” en los entornos de trabajo.


Marina nos explica que hasta hace poco, la posibilidad de encontrar un empleo dependía de las competencias y de los conocimientos que se tuvieran. Pues bien, eso no es suficiente, pues ahora comienza a darse mucha importancia a la capacidad de aprender (en algunos casos desaprender).


En ese sentido, se estima que los jóvenes que se gradúan este año durante su vida laboral tendrían que reciclarse profesionalmente entre 10 y 14 veces y eso exige una fuerte capacidad de aprendizaje.


Ya el asunto no es que no sepas o estés preparado para un trabajo puntual sino que tu desarrollo personal estará basado en tu capacidad de aprender constantemente, aún más rápido de lo que hasta ahora el ser humano ha vivido (1).


Ser unos grandes aprendices versátiles y anti-frágiles. Unos nómadas del conocimiento o “knowmads” (Know+Nomad), pasando con facilidad de un conocimiento a otro en corto espacio y tiempo.


Fuerte ¿No? Y es aquí cuando uno se pregunta ¿Estará nuestro cerebro preparado para ello? No lo sabemos, aunque hay cerebros de cerebros y uno se vuelve más listo con el hambre, la clave en todo esto estará en las capacidades de nuestros sistemas educativos tanto en escuelas como en nuestros hogares.


Aunque algunos lectores pueden pensar que esto pasará en unos 10 o 20 años, lamentamos decepcionarlos amigos lectores: Ya está pasando.


Cuando usted escucha que a las empresas se les dificulta conseguir talento es porque en realidad lo que tienen que hacer no se ha aprendido suficientemente o porque lo aprendido ya está caduco y la siguiente frontera para facturar más y ser competitivas requiere de nuevas habilidades (2).


Algunos dirán, bueno, eso ya ha pasado antes. Cierto, siempre ha pasado, pero al igual que pasa con el flujo de información o contra-información en plena era de la post verdad, la diferencia radica en la velocidad en la que los circuitos de poder político y económico-empresarial generan, diseminan, consumen y desafían al conocimiento.


Los empresarios y emprendedores viven vigilando tecnológicamente los mercados y sus competidores casi en tiempo real para no perder el paso en cuanto a competitividad y cuota y cuando ven el futuro están lanzados a capturar talento y muchas veces este talento ya va varios pasos adelante generando sus propias empresas a unas velocidades desconocidas convirtiendo al circuito de poder empresarial y los mercados en un verdadero y caótico campo de fuerzas innovadoras y disruptivas.


Visto todo esto, no queda sino gritar como Mafalda con aquello de que paren el mundo que me quiero bajar. Afortunadamente, la historia no es lineal. Nos gusta más aquella visión de Vico del “Corsi e Ricorsi”, es decir, la historia no avanza de forma lineal empujada por el progreso, sino en forma de ciclos que se repiten, es decir, que implican siempre avances y retrocesos. Es factible entonces que si bien la velocidad es importante y que aprender a aprender a grandes velocidades se puede convertir en vital, también lo es que la misma dinámica va generando sus contramedidas permitiendo a la humanidad generar sus propios contrapesos y adaptaciones.


De hecho, aún una importante mayoría de la población global no es parte de la tercera y cuarta revolución industrial, aunque eso no quiera decir que no sea impactada por las mismas. Es más, una parte no despreciable ni siquiera es parte de la segunda y algunos quisieran volver a la edad media (3). Todavía hay gente que en medio de todos los desequilibrios cognitivos, emocionales y económicos que generan dichas revoluciones, lucha contra el hambre, la guerra y la enfermedad. Eso de pensar en vivir 150 años, morir de obesidad o con la figura de una o un top model y en paz, sigue siendo solo un anhelo casi utópico. Lo tendrán. Bajará desde los sectores aventajados u homo deus a los homo sapiens pero tardará su tiempo.


Mientras tanto, no estarán a salvo. Muchas de los descontentos que vemos a escala global parten de esos desequilibrios y para sobrevivir o adaptarse e incluso ser anti-frágil hay que apelar a la “learnability” y ser “knowmads”.


Siempre queda la opción de ser más libres y no estresarse con aprender a grandes velocidades sino al ritmo deseado personalmente profundizando en un área y actuando sobre ella con completa dedicación. No es necesario volverse loco pero está claro que se podría correr el riesgo de quedar fuera de juego y no llegar a final de mes.



(1) Mediante el diseño de mecanismos bioquímicos o más bien sustancias potenciadoras y estimulantes cerebrales (algunas hoy ilegales), se ha logrado a lo largo de la historia mantener la atención y resistir al cansancio. Marina, adicionalmente, nos habla de Memory Pharmaceutical, que ha creado productos potenciadores de la memoria. Comprada por Hoffmana-La Roche, aún no han tenido el éxito esperado. Pero por otro lado, existen mecanismos o métodos psicológicos y pedagógicos, con resultados más sostenibles y sanos que permiten la mejora de la “learnability”. Iniciativas como el Centro para el Acrecentamiento del Aprendizaje Potencial en Jerusalén o la iniciativa Building Learnign Power de Guy Claxton o Learning without Limits de Mandy Swann de Alison Peacock, Susan Hart and Mary Jane Drummond en la Universidad de Cambridge. Todos piensan que la inteligencia, que se define por la capacidad de aprender, es perfectamente una facultad ampliable. Además de presentarle material y contenidos a los alumnos en nuestros sistemas educativos, es menester estimular su capacidad de aprender.


(2)Hace poco Javier Villalba, cuyos análisis nos encantan a la hora de visualizar las principales tendencias en el mundo laboral, nos habló precisamente del tema de la necesidad de ajustar las formas o modalidades de contratación pero también de lo difícil que está para las empresas conseguir talento. Muchas empresas han reconocido en España que se encuentran ante un problema real de déficit de talento pues de acuerdo a Randstad, 53,6% de las empresas ibéricas considera estar ya sufriendo, en mayor o menor medida, problemas de déficit de talento. La brecha digital está llevando a España a situarse como uno de los países más amenazados por el déficit de talento proyectado a 2020 y 2030 y en el año 2020 faltarán 1,9 millones de profesionales altamente cualificados. Es sin duda un problema que no solo afecta a España y del que también se ha ocupado el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional, que considera que el déficit de talento alcanza a más de la mitad de las empresas europeas: “entre el 50% y el 66% de las empresas en Europa (dependiendo del sector productivo) tienen dificultades para encontrar profesionales adecuados”.


(3) Como ocurre con los fundamentalismos y fanatismos religiosos o cognitivos. Tal vez una reacción natural de intentar crear un marco cognitivo confortable que sirva de refugio ante los crecientes desafíos industriales y tecnológicos pero valiéndose de los mismos para gritar auxilio ante la creciente desigualdad que genera en expectativas y capacidades para gestionar metas vitales.

 
 
 

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