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Tendencias mundiales y principales implicaciones durante 2017-2035

  • pontegea
  • 31 ene 2017
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023


En nuestro anterior post mostramos la brecha emocional a la que el mundo se enfrentará en el 2017. En esta ocasión decidimos resumir para ustedes las tendencias mundiales y principales implicaciones entre 2017 y 2035 que observa el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos de América en su reciente informe Global Trends: Paradox of Progress. Un informe de referencia que, junto al informe de la WEF, The Global Risks Report 2017 12th Edition, entre otros, constituyen especies de faros prospectivos para pensar el futuro ¿Cuáles tendencias ve el Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU? Aquí, más allá de su clasificación explicativa de islas, órbitas y comunidades, las que nos han llamado la atención:


Las sociedades ricas envejecen y las pobres no: en los países ricos y los BRICS las poblaciones activas laboralmente están decreciendo en contraste con las poblaciones activas de los países en desarrollo que crecen a paso acelerado. Esto aumenta las presiones demográficas, económicas, de empleo, urbanización, bienestar y los movimientos migratorios. Con la tercera y cuarta revolución las oportunidades de empleo no serán las mismas pero sea cual sea el impacto de estas revoluciones en el entorno, obligatoriamente la capacitación y educación bien en los países desarrollados como los que están en desarrollo será crucial.


La urbanización del mundo y el crecimiento del tamaño de las ciudades: la población mundial crecerá 20% entre 2017 y 2035. La mayor parte vivirá en ciudades. Bien porque nacieron allí o emigraron a las mismas desde ámbitos rurales. Las ciudades de todos los tamaños seguirán aumentando en número y serán lideradas por las llamadas mega-ciudades (más de 10 millones de habitantes). Dichas mega-ciudades estarán en todos los continentes salvo el australiano y ganarán más poder como decisoras frente a los poderes nacionales o a pesar de estos.

La economía global está cambiando (aún más): a corto plazo el débil crecimiento económico persistirá. Las principales economía se enfrentarán a la disminución de la mano de obra y la disminución de los aumentos de productividad mientras se recuperan de la crisis financiera de 2008-2009 con una deuda alta, una demanda débil y dudas sobre los efectos de la globalización. China continuará intentando cambiar su economía hasta hace poco impulsada por las exportaciones a una impulsada por los consumidores. El menor crecimiento amenazará la reducción de la pobreza en los países en desarrollo.


La tecnología está acelerando el progreso, cierto, pero causando discontinuidades: los rápidos avances tecnológicos aumentarán el ritmo del cambio y crearán nuevas oportunidades pero agravando las divisiones entre los que puedan aprovechar estas oportunidades y los que no. La cuarta revolución industrial a través de la integración de la automatización y la inteligencia artificial cambiarán las industrias a una velocidad mayor de lo que la economía podría soportar desplazando a trabajadores y la ruta de numerosos países en la senda de su desarrollo, especialmente, los pobres. De la misma forma, el avance veloz en la biotecnología, especialmente la manipulación o edición del genoma revolucionarán la medicina y otros campos como la agroindustria, la industria médica causando aún más serios debates éticos y consecuencias aún por verse.


Como siempre, pero aún más, las ideas e identidades podrían impulsar una mayor ola de exclusión: la creciente conectividad global en medio de un crecimiento débil aumentará las tensiones dentro y entre las sociedades. Lo que se conoce como populismo e incluso personalismo aumentará independientemente de la ideología y aún prescindiendo de las mismas pero afectando la sociedad liberal global. Lo más probable, como ya se está viendo desde hace unos años, los nacionalismos serán usados por los líderes para apuntalar el control en medio de cambios tan veloces y sobre todo ante la generación de desigualdades. De la misma forma, la religión será usada por fuerzas vivas en forma más autoritaria dentro y fuera del gobierno. El estatus de las mujeres, gracias a los cambios económicos mejorará, pero también se producirán fuertes retrocesos.


Y en medio de todo esto gobernar será cada vez más difícil: los pueblos exigirán que los gobiernos ofrezcan seguridad y prosperidad pero una potencial caída de ingresos tributarios o aplanamiento de los mismos, la desconfianza, la polarización y una creciente lista de temas emergentes dificultarán gobernar. La tecnología ampliará la gama de jugadores que pueden bloquear o eludir la acción política. La gestión de los problemas mundiales se hará cada vez más difícil a medida que los actores se multipliquen (ONG, corporaciones, líderes del ámbito privado o ciudadanos con más poder), dando lugar a esfuerzos más ad hoc y menos abarcadores.


La naturaleza del conflicto está cambiando: el riesgo de conflicto aumentará debido a los intereses divergentes entre las principales potencias, a una creciente amenaza terrorista, a la inestabilidad continua en los estados débiles, la propagación de tecnologías letales y perturbadoras. Las sociedades perturbadoras y perturbadas se volverán más comunes gracias a las armas de precisión de largo alcance, la amenaza a los sistemas cibernéticos y robóticos encargados de las infraestructuras y una tecnología más accesible para crear armas de destrucción masiva.


El cambio climático, el cuidado del medio ambiente y la atención a la salud dejarán definitivamente de ser problemas a ser considerados como parte del futuro exigiendo atención inmediata: una serie de peligros globales plantean amenazas inminentes que requerirán acción colectiva a pesar que la cooperación será cada vez más difícil. Un clima más extremo, el agua, la presión sobre el suelo y la inseguridad alimentaria perturbarán a las sociedades. El aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la fusión glacial y la contaminación cambiarán los patrones de vida. Las tensiones derivadas del cambio climático crecerán. La intensificación de los viajes y la mala infraestructura sanitaria harán que las enfermedades infecciosas sean cada vez más difíciles de manejar, por no hablar de los nuevos desafíos con la edición de material genético a toda escala.


Todas estas tendencias sin duda convergerán a un ritmo sin precedentes para hacer más difícil el gobierno y la cooperación cambiando las dinámicas del poder, afectando su naturaleza e incluso su teleología, alterando por completo nuestras vidas. Las tendencias económicas, tecnológicas y de seguridad ampliarán el número de estados, organizaciones e individuos capaces de actuar en forma consecuente. Dentro de los mismos Estados (los que se mantengan en pie), el orden político seguirá siendo difícil de alcanzar y las elevadas tenciones entre sociedad y gobierno serán aún más de difícil resolución. El conflicto entre poder y legitimidad estará aún más en primer plano. Entre los Estados, el momento unipolar de la posguerra fría será historia y es muy probable que veamos el desvanecimiento ya definitivo de la institucionalidad y las reglas derivadas del orden internacional posterior a 1945. Algunas potencias importantes y agresores regionales tratarán de afirmar sus intereses a través de la fuerza, pero encontrarán resultados fugaces a medida que redescubran o vuelvan a formas tradicionales y materiales de poder capaces de asegurar y sostener resultados a través del equilibrio.


La verdad es un documento interesante con diversas lecturas y que recomendamos revisar para su debida reflexión en vuestras oficinas o incluso entre amigos. Tal vez veamos algo más que los “prospectivistas” o analistas del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU no han visto aún y pueda ser esencial para nuestras visiones de negocios, gobierno y sociedad.

 
 
 

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