De la brecha digital a la brecha cognitiva: sobrevivir
- pontegea
- 30 sept 2016
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2023

Existe una brecha entre lo que los inmigrantes digitales y nativos digitales hacemos para interactuar con nuestros entornos. No es una brecha generacional, tampoco digital: es una brecha cognitiva consecuencia de un proceso complejo de transformación hacia una forma distinta de aprendizaje, enseñanza, generación e intercambio de conocimiento y emociones.
Esa brecha siempre persistirá, sobre todo en el paso desde la tercera a la cuarta revolución industrial. Para gestionarla (cerrarla es casi imposible en un mundo en rápida transformación), debemos aprender y entrenarnos en un conjunto importante de habilidades.
Para muchos padres, educadores, líderes hay una clara preocupación por la preparación no solo de los inmigrantes digitales sino también de los nativos en habilidades muy importantes que le permitan gestionar cognitivamente en este nuevo entorno. Hay una fiebre por lo digital. No es nuevo. En realidad tiene tiempo pero va cambiando de nombre y formatos debido a las transformaciones que se están generando.
Hoy en día se habla de fortalecer la inteligencia digital entendida como el conjunto de habilidades sociales, cognitivas y emocionales que permite a un individuo gestionar los desafíos de la vida digital y adaptarse a la misma con éxito ¿Cuáles son estas habilidades? Pues bien: 1) Identidad digital: entendida como la habilidad para crear y gestionar una identidad y reputación online, 2) Uso digital: no solo para gestionar distintos tipos de dispositivos sino para lograr un equilibrio entre la vida online y offline, 3) Prevención en torno gestión de contenidos digitales no positivos:, entendida como la habilidad para gestionar riesgos online como el cyberbullying, la radicalización, contenidos violentos u obscenos, 4) Seguridad digital: entendida como la habilidad para detectar ciberataques y aplicar las mejores prácticas en términos de uso de herramientas de seguridad para la protección de los datos, 5) Inteligencia emocional digital: la habilidad para ser empático y construir buenas relaciones con otros en entornos digitales, 6) Comunicación digital: la habilidad para comunicar y colaborar con otros usando tecnologías y medios digitales, 7) Alfabetización digital: la habilidad para encontrar, evaluar, utilizar, compartir y crear contenidos así como pensamiento computacional y 8) Derechos digitales: la habilidad para entender y defender sus derechos legales e individuales (incluyendo el de privacidad, propiedad intelectual, libertad de expresión y protección de la integridad digital).
Todas estas habilidades fortalecen al ser humano para convertirse en dueño y verdadero gestor de la tecnología y no al revés, como suele suceder.
Hay que tomar en cuenta que apenas hablamos en el marco de la tercera revolución industrial y nos estamos preparando para la cuarta revolución industrial ya en ciernes. Pasamos de generar, compartir contenidos y comunicarnos a interactuar con otras inteligencias, por lo cual, debemos acostumbrarnos a nuevos entornos de aprendizaje y trabajo desarrollando dichas habilidades digitales mientra que nos adaptamos al hecho de que funciones cognitivas que antes considerábamos exclusivas de nuestro cerebro también serán realizadas por robots o dispositivos inteligentes (de hecho ya está pasando).
Así, nuestra preparación inicial, adaptación o reciclaje, si cabe (para el que quiera), no solo será en habilidades de programación, ciencias formales o técnicas sino también en la perfección de las humanas de cara a las máquinas, tale como: 1) Resolución de problemas complejos, 2) Creatividad, 3) Pensamiento crítico, 4) Coordinación en equipo, 5) Manejo de personal humano y robótico, 6) Toma de decisiones, 7) Inteligencia emocional, 8) Orientación al servicio, 9) Flexibilidad cognitiva y 10) Capacidad de negociación.
-Vaya- diría nuestro millennial desde su dispositivo - Eso es realmente muy complejo-.
La verdad que no. Ya muchos nativos digitales han logrado parte de estas habilidades porque son innatas o la historia humana ha dejado su impronta. Pero en detrimento de muchos millennials o las nuevas generaciones, nuestros centros educativos y sobre todo la familia aún no se han adaptado a esta preparación. Siguen pensando como si estuvieran en 1950. Esto tiene una clara explicación: las representaciones del mundo o las ideas cambian y el mundo cambia pero las creencias, actitudes y valores permanecen. Tardan en cambiar (algo muy comentado por Ortega y Gasset y otros filósofos y psicólogos).
Estas habilidades que desde siempre hemos tenido que entrenar para sobrevivir o adaptarnos, han permitido a las personas a: 1) Afrontar tareas como darle sentido a la situación, 2) Ofrecer soluciones y respuestas avanzadas que permitan ir más allá de lo establecido, 3) Habilidad transcultural, algo lógico tomando en cuenta lo conectado que estamos, 4) Saber dar sentido a una gran masa de datos y convertirlos en estrategias y objetivos, 5) Pensar transversalmente y desde una perspectiva multidisciplinar y 6) Gestionar lo que se conoce como carga cognitiva con lo cual puede entender como informarse, generar conocimiento, evitar la desinformación y hasta desaprender.
Fuerte ¿No? ¿Se pide mucho? Estimamos que no. Es solo asunto de entrenamiento. Una minoría global de niños se está entrenando cabalmente en estas habilidades, la mayor parte no. Se topa con el mundo digital, crecen dentro de él y fluyen como pueden. Llegar a este punto de dominar cada una de estas habilidades marcaría probablemente la sostenibilidad y el equilibrio de su vida en cuanto a cognición y emoción ante un mundo que nos mete apresuradamente en otra etapa en la que tendremos que lidiar con problemas cada vez más complejos porque no estaremos solo con humanos y un entorno natural afectado por el cambio climático, también estaremos con otras inteligencias.
Para un inmigrante digital es fascinante y no pocas veces agobiante lo que se está viviendo y la verdad es una etapa de la historia humana maravillosa. Podríamos decir, como los hombres del renacimiento y de la segunda y tercera revolución industrial que el futuro está aquí en nuestras manos, en el presente. Solo hay que vivirlo y no dejar de soñar con transformarlo. Para ello necesitamos gestionar no solo la brecha digital sino nuestra brecha cognitiva. Entrenarnos continuamente y encontrar sentido empleando cada una de estas habilidades.




















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