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Los sentimientos de la “guerrillerada” de las FARC: claves del futuro de esos muchachos

  • pontegea
  • 31 jul 2016
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023

31 de julio de 2016

En un intento por enseñar su rostro más amable y aprovechando la cercanía de la firma de un acuerdo de paz, las FARC han abierto sus campamentos a medios internacionales y colombianos para mostrar su cara más amable sin cortapisas, dejando que también los medios pauten su línea editorial aunque la mayoría de estos han sido bastante amables sin perder en cierto sentido el matiz más claro de objetividad asomando que no se debe olvidar que hay actividades ilícitas detrás del funcionamiento de las FARC. El País y Semana fueron los primeros en entrar y vienen más reportaje de otros medios europeos y colombianos.


No es casualidad, está todo muy bien montado. Hacer ver a los “guerrillos” o la “guerrillerada” como lo que son, es decir, muchachos en un 70% campesinos que entraron voluntariamente o no a una fuerza irregular que se ha convertido en su hogar y que de cara al futuro en un post conflicto no están muy seguros de qué hacer con sus vidas.


La mayoría de los que están más preparados o tienen un contacto más claro con la realidad fuera de las columnas o campamentos, no duda en afirmar que continuarán con el trabajo político de izquierdas una vez entregadas sus armas. Otros menos claros aunque sin dejar de estar ideologizados prefieren apuntar al estudio, los más para volver a las regiones donde siempre han vivido, las más remotas de Colombia y donde seguramente las FARC iniciarán su carrera política.


“Nosotros no nos vamos” dice “El Médico” a Duzán, la periodista de Semana, y así comentan muchos.


Todos, como es de esperar están ideologizados bajo el marxismo y como bien apunta el corresponsal del New Yorker, Lee Anderson, la falta de pedagogía por parte de sus comandantes respecto a lo que es la vida real en paz en una Colombia que no está preparada realmente para recibirlos y que sin duda lo tildará de bandidos o los verán con desconfianza cuando se presenten problemas, al menos en Bogotá, el Gran Tolima o Antioquia, está ausente (el gobierno colombiano no ha ganado esta partida pedagógica a unos colombianos por lo general desconfiados de todo lo que sea irregular).


Muy enterados si están los guerrilleros de base de lo que se habló en la Habana (aunque otros bloques piden más información), obvio, como fuerza combatiente sí no se mueve y de paso no sabe ¿por qué no se mueve o se activa militarmente? Se desmoraliza por lo cual hacerles entrar en la distancia en opiniones sobre lo que se discute en la Habana es importante. Es lo que en consultoría se conoce como socialización de proyectos. No solo hacerle llegar a la gente lo que sus líderes discuten, negocian o planifican, sino escuchar sobre el terreno, la opinión o sugerencia de los subordinados y pobladores que recibirán el impacto de los acuerdos. Una metodología que también usa el gobierno colombiano y que ayuda a la gestión de cualquier proyecto escuchando a las partes. Las FARC en ese sentido, está socializando con sus efectivos el post conflicto, sobre todo de cara a la décima conferencia.


Tampoco es casualidad que los primeros bloques que se abran a los medios sea el sur y el oriental. Los más activos en narcotráfico, los que tienen más posibilidades de criminalizarse. En donde se están traspasando las mayores “caletas” y laboratorios a otros grupos criminales, donde el negocio seguirá vivo.


Los bloques de las FARC no se irán de sus regiones. Seguirán en sus territorios y en otros nuevos bajo la figura de movimientos políticos y sociales (si funciona el proceso de paz, de lo contrario en combate), pero también con algunos niveles de economía sumergida o ilegal.


Muchos de sus muchachos no se irán del lado de sus estructuras de mando, al menos en los primeros años y eso es clave. Son jóvenes que crecieron con una disciplina, un mando, una orden del día. Entrar al mundo civil por libre les puede resultar chocante y mucho más con sus esquemas ideológicos ortodoxos de marxismo. Por tanto, se convertirán en los primeros operadores políticos de un partido comunista más (a lo colombiano), que no intentará replicar ninguna revolución, ni la soviética, ni la cubana ni mucho menos la venezolana de la cual “el médico” hace mueca de asombrada negación ante la periodista Duzán. Entrarán en campaña con sus cuadros casi intactos y muchos de los recursos de la economía legal e ilegal serán implementados en la misma. Llegarán al poder regional, de eso no queda duda. Y eso chocará con uno que otro sector de la sociedad colombiana.


La “guerrillerada” será siempre respetada en sus zonas. Dependiendo de sus problemas con otros ciudadanos ese respeto se podría ir manteniendo. No olvidemos “las culebras” (deudas pendientes). Los comandantes son otra cosa. Ellos siempre tendrán más garantías de seguridad (con mucha protección oficial), pero la “guerrillerada” que sufrirá los embates de un nuevo mundo agitado y más duro que el de la selva donde siguen otras normas. A esos guerrilleros de base les tocará vivir una vorágine caótica por sobrevivir en una Colombia injusta socialmente, algo que tendrá el impacto psicológico más duro.


De ese impacto, su nivel de disciplina y formación para encajarlo dependerá si se criminaliza o no. Si es captado por otra derivación o no. De allí la importancia para los comandantes que se mantengan intactos los cuadros políticos con una clara visión de llegar al poder luego de abandonar las zonas de concentración. De allí también que los colombianos exijan al gobierno más claridad en cuanto a los proceso de integración de dicho jóvenes para que no se convierta en otro intento fracasado de paz.

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