Los ojos de la guerra
- pontegea
- 2 nov 2014
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2023
“El ser humano es muy peligroso y el reportero de guerra lo sabe mejor que nadie”
Arturo Pérez-Reverte
Por cada dólar que Al Qaeda gastó en la planificación y ejecución del 11-S, EEUU gastó 7 millones de dólares desde la retaliación inicial en Afganistán hasta el asesinato de Bin Laden en Pakistán.
El número de conflictos armados que cuentan con participación de los Estados disminuyó 40% a escala global entre 1995 y 2003. Hoy en día los conflictos están lejos de ser inter-estatales.
La naturaleza de la guerra está cambiando a mayor velocidad que la adaptación de los ejércitos nacionales a los nuevos escenarios.
Hemos entrado como bien apunta Arquilla en un estadio histórico de guerra irregular y asimétrica perpetua sin que dejen existir las posibilidades de conflictos convencionales o regulares que siempre estarán a la mano.
Los actores que más están impactando son los insurgentes, los terroristas, los narcotraficantes, la delincuencia organizada y los hackers todos a una o cada uno por su parte atendiendo distintos motivos y siempre con remuneración económica, algo por lo cual todos combaten. Al final, siempre hay una paga.
¿Las víctimas? Las de siempre. En primer lugar, las mujeres y los niños, luego el resto. Nunca deja de impresionar el daño a la mujer y el uso de los niños como instrumentos, botines u objetivos.
La guerra es parte inherente del complejo corazón humano. Es su lado más oscuro y dicho lado hay que contarlo porque nunca está muy lejano a pesar de encontrarnos cómodos en lugares aparentemente pacíficos.
Para ello están los reporteros de guerra. Tal vez idealizados en su función pero sin duda el más duro de todos los oficios.
Siempre la información y los que la procesan han cumplido distintos roles en la guerra desde ser blancos o víctimas a ser victimarios o cómplices de los victimarios.
En tiempos de guerras asimétricas y de cuarta generación lo que se cuenta puede cambiar el rumbo de un conflicto, por tanto, la información y el mismo reportero constituyen un arma o un target. De allí el incremento de muertes de reporteros a escala global, incluso en zonas que no están en guerra.
El manejo de la información es esencial para todas las partes en conflicto y como vivimos en tiempos en el que instantáneamente cualquier imagen repetida en las redes sociales puede afectar la “legitimidad” de cualquier acción bélica, dicho manejo es cada vez más crítico o sensible.
No es nada nuevo. Siempre ha sido así, pero hoy en día es aún más importante.
Las grandes empresas de la información se están concentrando cada vez más en grandes conglomerados. De allí la importancia de la existencia plural y libre de los reporteros de guerra que no dependan de departamentos de prensa de los ejércitos (reporteros empotrados) o de líneas editoriales que desvirtúen el resultado de su trabajo porque sin ellos, sin su trabajo riguroso y profesional sobre el terreno, no podríamos tener de primera mano una idea más completa del conflicto. En este sentido, resulta igualmente importante que puedan trabajar con mayor seguridad, lo cual si ya es difícil por la naturaleza del oficio, ahora lo es más por dos razones: 1) Hoy en día cualquier facción puede generar su propia información a gusto y colocarla en internet en segundos por lo cual, 2) un reportero resulta un peligro serio para esa facción y el tipo de información que quiera emitir. En consecuencia, muchas facciones prefieren eliminarlo.
¿Cómo evitar que esto ocurra? Es todo un desafío para nuestra imaginación como usuario de sus trabajos.
Perder a los reporteros de guerra bien por escasez de vocaciones o porque su trabajo no sea bien remunerado a pesar de los peligros que tenga que enfrentar o porque sea censurado en sus casas matrices o clientes, resulta nefasto para la prensa global, cada vez más estandarizada en el trato de la información de los conflictos y más preocupada por el rendimiento del negocio.
Este documental que hoy compartimos con ustedes “Los Ojos de la Guerra” nos describe el mundo del reportero de guerra y su importancia. En el mismo podemos extraer serias lecciones aplicables para cualquier ámbito de la vida “normal y pacífica” de nuestro día a día como la lealtad, la empatía, el equilibrio entre los KPI de nuestro trabajo cotidiano o logro de metas sin desatender a las personas, la comprensión de la naturaleza humana, la importancia del conocimiento local y sobre todo de la diversidad de la información.
No queremos expandirnos más. Recomendamos que aparten en algún momento de su día o semana una hora y media y observen este maravilloso trabajo que nos ofrece Televisión Española y que sin duda luego de verlo les hará sentir más humanos.




















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