¿Cómo alejarnos de las tinieblas en nuestras organizaciones?
- pontegea
- 4 oct 2014
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2023
Caminamos rumbo a nuestro lugar de trabajo al que no queremos ni acercarnos.
Estamos en una reunión centrados solo en lo que pasa más allá de la ventana.
Nos tensamos cuando aparece nuestro jefe.
Nos sentimos incómodos con nu estros compañeros.
“¿Qué hacemos aquí? Estamos quemados. Tenemos que buscarnos otro trabajo…”
Son tantos momentos en los que por alguna razón no queremos pertenecer a una organización y no pocas veces nuestros jefes lo ignoran. Les da igual. Importa el resultado. Pero el resultado termina siendo completamente limitado o negativo si la desmotivación cunde entre nosotros.
Sabemos que el resultado es importante pero también disfrutar el proceso es vital.
Sin duda, debemos negarnos a trabajar desmotivados o en organizaciones sumidas en las tinieblas por dos razones esenciales: nuestra salud mental y más aún nuestro éxito profesional.
¿Cómo lidiar con un entorno hostil o que de alguna manera nos desmotiva?
Trabajamos con personas en distintos roles. Cada una tiene sus necesidades y motivaciones, por tanto, nosotros no somos diferentes de las mismas.
Si está concentrado en su trabajo y no se desmotiva porque le apasiona pues esta entrada no es para usted.
Pero si se siente desmotivado y está consciente (no siempre lo estamos), de que su relación con sus compañeros no es la mejor, pues puede seguir con nosotros si lo desea.
El equilibrio entre necesidades y motivaciones es muy complejo de lograr. Sobre todo cuando llegamos a una escala de exigencia laboral que requiere suficiente estabilidad emocional y psicológica para llevar al máximo el potencial productivo de nuestras organizaciones.
Nuestras necesidades aparecen y desaparecen dependiendo de nuestro entorno, nuestro proceso cognitivo o estado fisiológico o psicológico. Las primeras de estas necesidades son las catalogadas como fisiológicas (respiración, alimentación, descanso, sexo, etc.), a las que le sigue una que está siempre en riesgo en el mundo de hoy, como es la necesidad de seguridad (seguridad física, económica, empleo, salud, propiedad privada etc.)[1].
Luego de estas necesidades aparecen otras tipologías que nos determinan como seres humanos. Hablamos de las necesidades de afiliación (amistad, afecto, intimidad sexual), reconocimiento (confianza, respeto, éxito, auto-reconocimiento) y autorrealización (moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de hechos, resolución de problemas).
Todas se conectan entre si y funcionan en un caótico fluir que nos define como seres humanos. Las fallas en cualquiera de estas necesidades pueden jugar negativamente sobre nuestra capacidad de estar motivados.
Estar motivados consiste en tener al alcance los factores o determinantes internos que incitan a una acción. La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta. La motivación es la raíz de la acción. Nos movemos por motivos y dichos motivos están encadenados a la compleja dinámica de nuestras necesidades.
Existen muchas tipologías de motivaciones pero la que nos resulta más útil es aquella reglamentadas por los factores que las originan, bien sean intrínsecos o extrínsecos. Los primeros vienen del entendimiento personal del mundo, de cómo lo gestionamos cognitiva y emocionalmente y los segundos vienen de la incentivación externa de ciertos factores (bienes, recompensas materiales u intangibles y tiempo).
Al día de hoy, en el plano laboral, por ejemplo, con un mundo que está saturado demográficamente y es más competitivo, la capacidad de generación de empleo es un duro desafío en gran parte debido a la deslocalización y los avances tecnológicos. En ese sentido, los cambios que están sufriendo los factores extrínsecos son abrumadores: Los sueldos bajan en la mayor parte de los sectores laborales y lo mismo que las ofertas y condiciones de empleo. Adicionalmente, la seguridad en la permanencia en un puesto de trabajo es casi nula, la temporalidad marca el ritmo y el paso a la prosumición y emprendimiento no es del todo placentera para todos.
No es que se pueda hacer nada al respecto. Sin duda en la acción social y política se pueden activar cambios, pero mientras eso pase no podemos dejar de motivarnos. Para ello la potenciación de los factores intrínsecos resulta vital.
¿Qué nos mueve por dentro? ¿Qué nos impulsa avanzar?
¿Reconocimiento? ¿Aprendizaje? ¿Diversión? ¿Amor? ¿Pasión? ¿Creatividad?
Son tantos los factores que nos pueden llevar a otro plano y permitirnos lidiar con las consecuencias de los factores extrínsecos que tanto nos desmotivan.
La potenciación de los factores intrínsecos de la motivación en una organización se puede construir en dos frentes: 1) desde la dirección de la organización y 2) desde cada individuo o integrante de la misma.
Desde la dirección de la organización resulta factible dicha potenciación a través de políticas y mecanismos de comunicación efectivos y genuinos. No basta que la dirección contrate una solución de coaching, nos lance un impacto positivo y luego del mismo, terminada la implantación, destroza todo el resultado con las mismas malas prácticas que se pretendían corregir. Sin duda haga lo que se haga desde la dirección debe estar marcado por un impacto permanente y cambiante. Sorpresivo si se puede y sobre todo sincero, conectado con todos sus integrantes.
Para ello, las técnicas de coaching ayudan, así como las de ludificación o “gamification” interna o una buena política de comunicación pero aún falta más.
La organización puede implementar este tipo de herramientas en el marco de sus reglas o adoptar prácticas de flexibilización y libertad que les permitan a sus integrantes expresarse y desplegarse productivamente. Eso ya ocurre en algunas grandes empresas que genuinamente buscan mejorar no solo su clima laboral sino su capacidad creativa, innovadora y productiva. No obstante, nosotros como individuos, independientemente de nuestro rol o jerarquía tenemos que actuar hacia nuestro interior.
Tenemos que implementar mecanismos internos que potencien nuestra propia motivación.
En primer lugar, sorprendernos y dejarnos sorprender. Marcar una pauta de salud física, emocional y estabilidad espiritual. Usar el humor. Reflexionar cada paso sobre el aporte que puedas dar a la organización haciendo caso omiso a los factores negativos extrínsecos sin dejar de plantearte estrategias y comunicarlas en caso que lo consideres oportuno para superar dichos factores.
Preguntarte ¿Por qué estoy desmotivado? Y comentarlo con tus compañeros pero no solamente para retroalimentar sino para encontrar motivos propios y una comprensión en positivo de las causas.
¿Qué hago? ¿Dónde quiero estar? ¿Qué estoy haciendo para cambiarlo? ¿Cómo me pongo en acción para cambiar este momento que no me gusta? ¿Cómo puedo sorprenderme?
Para lograrlo nada como activar tu vida con otras actividades que te puedan llevar a la “serendipity” y encontrar razones fuera de tu mismo entorno laboral. Practicar deportes, artes, idiomas, viajar, salir y entretenerte sanamente con mucho humor, sin duda te darán claves para encontrar motivos propios para seguir adelante.
No es fácil. Lo sabemos. Y es un proceso continuo. Pero dejar de estar desmotivado o tensarnos en nuestro trabajo es posible si encontramos fuerzas para auto-motivarnos y ver siempre el lado positivo de tu situación. A fin de cuentas estamos vivos y la vida siempre se abre paso: Es acción.
[1] Estas dos son primordiales y para algunos de nosotros la materialización de las mismas resulta lo normal, pero lo cierto es que en la mayor parte del Mundo eso que damos por sentado, en realidad, es una anomalía. Las pateras que cruzan el Mediterráneo están repletas de personas que buscan satisfacer esas necesidades pero incluso en países de la OCDE hay algunas de estas necesidades que no están satisfechas. Nada más en España, la de empleo, por ejemplo, es un drama que, afortunadamente en muchos casos, está compensada por la seguridad social o cobertura por desempleo. No obstante, si algo predomina en todo el mundo es precisamente la inseguridad de todo tipo.




















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