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HCA y una hoja de ruta para potenciar nuestra creatividad

  • pontegea
  • 18 sept 2014
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023


Caminamos por nuestras calles dando muchas cosas por hecho, producidas eventualmente por unos trabajadores, unos diseñadores, unos ingenieros o unos pensadores.


Son horas y horas-trabajo detrás de cada logro. Noches y días enteros detrás de cada paso y son millones de personas que permiten que nosotros podamos disfrutarlo.


Detrás de cada uno de estos objetos o servicio; un smartphone, una novela, un vagón del metro, un coche, un avión, Internet, un medicamento, un juego: hay creatividad.


También la hay en cada paso que damos intentando vivir mejor. Enfocando nuestros problemas cotidianos lejos de la rutina, del enfoque tradicional, integrando ideas de tal manera que puedan hacer de cada minuto una fuga de la repetición de procesos, esa que nos lleva al punto de quiebre, esa que nos acerca a la desmotivación en nuestros trabajos, familias, comunidades.


La creatividad no solo está en el trabajo, ni forma parte de las virtudes exclusivas de pensadores, inventores, artistas. Está en cada día que acometemos y en cada una de nuestras esferas. Es la parte más viva de nuestra cotidianidad y como tal debe ser cultivada hora a hora en la medida de lo posible.


La creatividad, sin duda, es fruto de una conjunción de elementos y procesos, salpicados de humor, sorpresas y mucho trabajo.


Hemos hablado en anteriores entradas en este blog de enfocarnos en lo simple y también hemos descrito los cuatro pasos iniciales para llegar a la creatividad. Ahora queremos hablarles de HCA y una hoja de ruta para potenciar nuestros procesos creativos.


HCA son las siglas de lo que consideramos constituyen los pilares esenciales para mantener viva nuestra creatividad: Humor, Constancia y Acción.


Humor


Saber interpretar de manera positiva con un toque de humor aquellas situaciones que representan fracasos o errores en nuestra vida, nos permitirá ver la realidad de manera diferente y posiblemente podamos aplicar soluciones o dar respuestas más interesantes.


Constancia


Las ideas no se acaban cuando llegan, ese es sólo el comienzo de un trabajo que puede tomar mucho tiempo en llegar a estar listo. El ser constante y perseverante en el desarrollo de nuestras ideas nos llevan por caminos que a veces dan giros inesperados y nos muestran posibilidades que no se nos hubieran ocurrido si no hubiéramos llegado hasta ese punto. No hay que desesperar. Todo tiene su tiempo de trabajo, desarrollo, maduración hasta que finalmente se encuentra listo para salir a la luz. En estos tiempos de hiperconectividad, de respuestas inmediatas, de decisiones apresuradas, necesitamos entender que no todo está a la vuelta de un clic, que las cosas requieren de un tiempo y de un esfuerzo para salir adelante. No dejemos que la inmediatez nos frustre y nos quite las ganas de seguir luchando por nuestras ideas, no pretendamos que con un chasquear de dedos aparezca todo resuelto de la nada. Todo lo que nos rodea tardó mucho tiempo para estar ahí. En el proceso de maduración de las ideas hay que realizar pruebas, cambios y ajustes hasta que se llega al resultado óptimo.


Acción


Hay que pasar de las ideas y esquemas a la acción. No sólo en un taller se hacen los inventos. Hay que salir y ver lo que hay a nuestro alrededor. Muchas de las cosas que existen o que pueden suceder en un momento dado, nos pueden dar claves importantes para poder terminar de desarrollar nuestro invento, producto, servicio o lo que sea.


HCA son los pilares, pero dichos pilares requieren un claro proceso de localización. De dónde venimos, dónde estamos y a dónde queremos ir. Para ello resulta pertinente una hoja de ruta.


Nuestra hoja de ruta


Como en cualquier proyecto en la vida es importante tener no sólo un objetivo claro sino una hoja de ruta, una guía que podamos consultar, reformular, adecuar a las situaciones que se van presentando sin perder de vista dicho objetivo.


Se pueden cambiar los caminos, las estrategias e incluso las metas pero no el fin. Este hoja de ruta debe estar estructurada de manera que podamos ver la cima de la montaña a la que queremos llegar, pero que también nos debe ir diciendo qué pasos hay que dar, cuáles son los mejores caminos, que herramientas debo utilizar, que tareas debo realizar para ir avanzando en el cometido, en qué tiempos debo realizarlo y con qué recursos cuento.


Debemos tener presente que los planes no pueden ser rígidos, deben darnos la posibilidad de adaptarse a los cambios o circunstancias variables que nos vamos encontrando en el día a día.


Esta hoja de ruta debe estar diseñada atendiendo a los siguientes hitos:


  • Definición de los objetivos de manera concreta, clara, específica y realista. Aquí es esencial saber el qué, para qué se plantea cada objetivo.

  • Diseño del plan de trabajo mostrando los pasos a seguir en cada una de las actividades implicadas de principio a fin. Se deben colocar todas y cada una de las tareas ordenadamente y detallando su forma de ejecución y con fechas previstas.

  • Segmento y medición: se deben concretar los métodos de medición de los objetivos.

  • Deben formularse estrategias que sirvan de guía para el cumplimiento de los objetivos, así como las metas (objetivos específicos) que se deben traducir a nivel táctico, en tantas acciones como sea necesario para cumplir con dichas metas.

  • Diseño e implementación de acciones que implican la ejecución. Qué acciones se llevarán a cabo, si serán permanentes o puntuales, tipo de acción que se adelantará, a quién va dirigida, quién la ha de realizar, calendario de ejecución.

  • Control de acciones que se pueden medir y analizar. Esto permitirá establecer si se están alcanzando los objetivos o si es necesario replantear o reorientar las estrategias y revisar los objetivos.


La hoja de ruta permite ubicarnos, pero también revisar constantemente en qué punto nos encontramos y calibrar nuestros desempeños respecto a lo que buscamos o cuánto nos queda para llegar a la cumbre de la montaña.


Muchas veces nos encontramos con un hallazgo afortunado, en ocasiones, algo que no esperábamos conseguir pero que nos sorprende por su utilidad y su impacto positivo. Es lo que en el mundo anglosajón llaman “serendipity”[1]. La inspiración o “serendipity” aparecen con la aplicación de HCA en el marco de una hoja de ruta bien construida.


Picasso solía decir que “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” y es así, no obstante, existe el peligro de que al plegarnos estrictamente a la hoja de ruta terminemos por no encontrar una solución o perdernos de un descubrimiento importante. Sumergirnos e recrear un poco las condiciones propicias para una “serendipity” es posible y puede enriquecer nuestro proceso creativo.


Gran parte de la dinámica previa a la aparición de la “serendipity” está motorizada por miles de estímulos recibidos minuto a minuto.


Los estímulos más importantes están en los contactos continuos que hacemos con redes de expertos e íntimos en conferencias, ferias, paseos o simplemente en una reunión familiar o alternando actividades diarias como el deporte, las artes o cualquier hobby.


Mientras trabajamos siguiendo nuestra hoja de ruta necesitamos descansar y realmente, aunque por las prisas no lo percibimos así, en dichos descansos o escapes de nuestras rutinas, aparecen sin querer ideas que tal vez no tengan mucho que ver con nuestro cometido profesional o creativo central, pero que por asociación termina dando con un descubrimiento importante para el mismo o derivando hacia otra vía de resolución en el cumplimiento de nuestros objetivos.


La clave en esta parte es en primer lugar relajarnos y en segundo dejarte llevar por tu capacidad perceptiva y en ocasiones amaestrarla para que sea equilibrado no solo en la percepción sino en su capacidad para filtrar aquellos estímulos que de alguna forma nos pueden ser útiles para no correr con el riesgo de dispersarnos en múltiples ideas.


Si bien hablamos en términos del consciente, no hay que olvidar que el subconsciente también juega un rol muy importante.


También se puede jugar con los fracasos. El humor es clave en ello, pero también una dinámica propia de lecciones aprendidas con las cuales analizar postmorten en qué pudimos habernos equivocado y cómo sacar lo mejor de cada error. Cada error es un aprendizaje y mucho más si no lo asociamos con dolor y lo afrontamos con humor e inteligencia.


Sin duda HCA, enmarcados en una hoja de ruta, siendo flexible ante la posibilidad de “serendipity” y aprovechando las lecciones aprendidas de nuestros errores constituyen las claves para potenciar nuestra creatividad en todo lo que hacemos en nuestra vida haciéndola más rica y feliz.


Prueba estas claves y notarás los cambios tanto desde el punto de vista profesional como desde el punto de vista personal, familiar o afectivo.




[1] “Serendipity” es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Los casos más famosos registrados son: 1) Alexander Fleming en 1922 estaba analizando un cultivo de bacterias, cuando se le contaminó una placa de bacterias con un hongo. Más tarde descubriría que alrededor de ese hongo no crecían las bacterias e imaginó que ahí había algo que las mataba. Aunque él no fue capaz de aislarla, ese episodio dio inicio al descubrimiento de la penicilina, 2) Otro caso famoso tiene que ver con las notas post-it surgieron tras un olvido de un operario, que no añadió un componente de un pegamento en la fábrica de 3M. Toda la partida de pegamento se apartó y guardó, pues era demasiado valioso como para tirarlo aunque apenas tenía poder adhesivo. Uno de los ingenieros de la empresa, hombre devoto, estaba cansado de meter papelitos en su libro de salmos para marcar las canciones cuando iba a la iglesia. Los papelitos no hacían más que caerse. Pensó que sería ideal tener hojas con un poco de pegamento que no fuera demasiado fuerte y que resistiera ser pegado y despegado muchas veces. La vieja partida de pegamento malogrado acudió a su mente. Habían nacido las notas post-it, 3) Otro caso es el principio de Arquímedes, el cual fue descubierto por Arquímedes al introducirse en una bañera y observar cómo su cuerpo desplazaba una masa de agua equivalente al volumen sumergido. Sobran los casos de “Serendipity”.

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