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¿Es el hundimiento de PDVSA el comienzo del final de la revolución socialista venezolana?

  • pontegea
  • 31 ago 2014
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023

Explosión en el Complejo Refinador de Paraguaná-PDVSA


La “revolución socialista venezolana” está diseñada para depender del petróleo mientras estimula un cambio radical de las estructura de producción.


Esta “revolución” entra en una fase crítica porque la base sustancial de su petro-rentismo, PDVSA, se está desmoronando.


Las expropiaciones y las nacionalizaciones de las actividades operacionales de recuperación de crudos y plantas mejoradoras (proyectados y construidos 10 años atrás bajo la antigua “apertura petrolera” del período democrático), así como de las empresas de servicios y soporte de recuperación secundaria en yacimientos convencionales maduros, no han sido complementadas con la mejora del desempeño humano profesional sino debilitadas por la falta de auditoría, equilibrio de poderes y la excesiva politización y militarización del recurso humano de la estatal.


La revolución ahora ha entrado en una trampa petro-rentista: para sobrevivir tiene que producir más petróleo sin hacer caso a las ataduras de la OPEP y para producir más petróleo tiene que invertir cada vez más en la industria petrolera para mantener no solo la producción convencional mediana y ligera de campos maduros sino construir una capacidad de mejoramiento sin par en paralelo al mejoramiento de una capacidad de refinación de primera línea para poder complementar la cesta de exportación y las necesidades de mejoramiento de crudos extra-pesados.


¿Qué pasó?


Las nacionalizaciones o expropiaciones por sí sola no son malas. Lo malo viene cuando la gestión en manos del Estado no es la más óptima posible.


Como en todos los negocios, el resultado tarde o temprano se hace evidente:


  1. La recuperación de la producción de campos con crudos ligeros y medianos no solo no se mantuvo sino que dicha producción descendió luego de las nacionalizaciones de las empresas de servicios en Zulia y Monagas y la mala gestión por parte de PDVSA. Esto derivó en que los crudos con los cuales se pueden obtener más renta internacional al no ser vendidos ya no aportan la renta internacional necesaria para el funcionamiento de PDVSA y su aporte al fisco.

  2. La recuperación de reservas petroleras convencionales, a pesar que se han certificado a las no convencionales colocando al país como el de mayor reservas petroleras del mundo (¿De qué calidad y a qué coste?), no se logra al ritmo adecuado porque PDVSA dejó de explorar onshore y offshore (salvo las exploraciones realizadas en gas natural en manos de transnacionales).

  3. La gestión de la seguridad industrial y optimización de procesos productivos decayó ocasionando constantes pérdidas, derrames y explosiones de refinerías y un record de accidentes industriales en sus sectores upstream y downstream (Cerca de 600 accidentes desde 2003 con 70 fallecidos).

  4. El retraso en la construcción de mejoradores y el caos administrativo de la principal accionista en su ejecución (PDVSA) ha hecho que empresas del mundo no puedan operar con eficacia y hacer las entregas en forma debida. Los mejoradores en construcción no podrán ser terminados en 2016 y se tiene que acudir a crudos diluyentes para poder hacer comercializables los crudos extra-pesados. Se habla de importaciones desde EEUU, Argelia y Arabia Saudita para poder cumplir su cometido con las lógicas consecuencias sobre las ya agobiadas finanzas de la estatal. Entre la compra diluyentes que no se pueden producir en Venezuela por el declive de la producción convencional (crudos ligeros, naftas) y la compra de combustibles para consumo interno, Venezuela ha pasado de exportadora de millones de barriles diarios de estos productos a importadora de 150.000 barriles diarios en menos de 5 años.

  5. El retraso de la construcción de la infraestructura necesaria para gasificar al país, lo cual impacta no solo en el resto de las operaciones de PDVSA sino en la seguridad energética del país.

  6. El endeudamiento de PDVSA con proveedores, BCV, China y Rusia (pasó de 2.000 millones de dólares en 2006 a 180.000 millones de dólares en 2014) gracias a la misma dinámica petro-rentista de la revolución.

  7. De haber tenido 45.000 trabajadores pasó a tener en nómina a más de 100.000 con menores rangos de productividad. Si bien se hicieron esfuerzos tímidos por recuperar la capacidad profesional y técnica de dichos trabajadores, muchos de los reenganchados o preparados terminaron migrando a otras empresas petroleras extranjeras.

  8. De lograr una expansión notoria en su capacidad de exportación en al menos un mercado potente como es EEUU que paga al contado, subsidia no solo al Caribe con crudos y refinados sino que exporta crudos para pagar deudas a China. Hoy en día el cliente que mejor está pagando además de EEUU es India.

  9. La pérdida de confianza en PDVSA a escala global tanto como proveedor como corporación. Su garantía es cambio de deuda por crudos y ya comienza a no ser suficiente.

  10. La pérdida de liderazgo como productor OPEP y productor en la región. Canadá, EEUU y México amenazan seriamente con quitarle su principal mercado. La revolución petrolera que se está viviendo en el Golfo de México afianzará aún más ésta pérdida de liderazgo impactando al mismo tiempo sobre las cotizaciones futuras de crudos. El crecimiento de la oferta de crudos en Occidente y la caída de los precios acelerarán el hundimiento de PDVSA por carecer de competitividad y claridad de objetivos a la hora de enfrentar el cambiante mercado energético de la segunda década del siglo XXI.


El fin de la revolución comienza por la caída de PDVSA, precisamente, por dónde comenzó su consolidación. Entre 2003 y 2014 se ha presenciado una larga etapa de ineficiencia gerencial. Lo paradójico de la situación es que lo que se había iniciado como una estrategia para evitar la privatización de PDVSA terminará en la privatización de PDVSA.


Como consecuencia de las deudas que se van haciendo inmanejables y la creciente necesidad de renta petrolera del fisco venezolano, las aperturas y privatización de activos reaparecerán con fuerza inusitada.


Es posible, y ya aparecen señas de que dicha privatización aparezca de la mano de precisamente quienes debilitaron a PDVSA. Ellos, al igual que ocurrió en la Rusia Post-Soviética, se convertirán, si las condiciones políticas les favorecen, en los nuevos capitalistas petroleros del Caribe.


En este sentido, el hundimiento de PDVSA impulsará al final de la revolución socialista venezolana y marcará el inicio de una nueva etapa política en dicho país un poco más parecido a la actual Rusia pero más caótico y con muchos altibajos antes de una estabilización real del país y su capacidad petrolera.

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