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Infraestructura en Iberoamérica: la prioridad

  • pontegea
  • 26 jun 2014
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 8 mar 2023

Despertar encontrándose sin agua y electricidad en Caracas, tardar tres horas en llegar al trabajo en Bogotá, ordenar oficialmente la suspensión de las barbacoas y el funcionamiento de las fábricas en Santiago de Chile por exceso de contaminación, llegar al metro en Sao Paulo y encontrarse con una huelga en víspera del inicio del Mundial.


Es el día a día en Iberoamérica. Un día a día muy común en la mayor parte del planeta pero no satisfactorio a la luz de las expectativas de crecimiento de los ciudadanos de la región.


En Iberoamérica, los ciudadanos y no pocos empresarios están molestos y si se toma en cuenta no solo el factor de malestar social y las pérdidas económicas durante ese día a día sino también las proyecciones de crecimiento económico y demográfico, no hace falta pensar mucho para entender que el desafío más importante al que se está enfrentando Iberoamérica es el de la adecuación y consolidación de sus infraestructuras.

Iberoamérica crece y está generando nuevas necesidades no solo ante la masa crítica de la demanda sino ante la necesidad de calidad de la misma. El ciudadano no solo pide lo básico (agua, electricidad, vialidad y transporte público) sino una actualización eficaz a los nuevos tiempos en un mundo cada vez más conectado y marcado por la movilidad.


Muchos gobiernos iberoamericanos a nivel nacional y regional han tomado cartas en el asunto y están diseñando políticas agresivas de actualización de sus infraestructuras, otros desafortunadamente no tanto.


Pero ¿Y cuáles son las prioridades en infraestructura en Iberoamérica?

Aquí destacamos 8:


1) Mejorar sus sistemas de transporte público,

2) Mejorar sus sistemas de agua potable y tratamiento de aguas residuales,

3) Mejorar la seguridad vial,

4) Ampliar y mejorar los nodos logísticos más importantes como puertos y aeropuertos, así como canales alternativos para el transporte de mercancías y personas

5) Mejorar la seguridad vial,

6) Mejorar las redes eléctricas, así como su modernización para adaptarlas a sistemas renovables y smart grids,

7) Ampliar la red de distribución de gas natural y

8) Ampliar la cobertura de banda ancha fija y móvil.


La preocupación latente y manifestada por muchos organismos multilaterales está en que el nivel de inversión en infraestructura en Iberoamérica no pasa del 3% del PIB, insuficiente si se toma en cuenta que en los países asiáticos emergentes ese nivel supera el 6% del PIB.

La conclusión de dicho organismos está en que, a este ritmo y tomando en cuenta que la planificación y construcción de infraestructura requiere de un tiempo prudencial y las mismas deben estar diseñadas para atender una demanda proyectada por lo menos a 20 años, Iberoamérica se enfrentará a serios cuellos de botella logísticos con negativas implicaciones económicas y sociales.


En la región existen avances concretos en distintos ámbitos especialmente en países como Colombia, Chile, México, Brasil y Uruguay tanto en el ámbito vial y logístico, como en el energético, pero hay un rezago notable en otros países como Venezuela, dónde la cantidad invertida no se corresponde con resultados concretos, en gran parte, y no es un fenómeno exclusivo del país caribeño pero si arquetípico, a la debilidad institucional y su consecuencia más directa: la corrupción y la pérdida de recursos y tiempo que implica.

Iberoamérica está creciendo a niveles de 4%, superior al 1,5-1,7% de crecimiento global pero a un ritmo menor que en Asia-Pacífico, dicho crecimiento tiene un impacto directo en el comportamiento de la demanda en el uso de servicios de infraestructura.


Hay datos que dejan a más de un observador sorprendido, por ejemplo, el movimiento aeroportuario ha registrado un crecimiento con tasas anuales acumulativas de casi 10% entre 2009 y 2013, mientras que la banda ancha fija ha crecido casi 17% anual entre 2010 y 2013 y el movimiento de contenedores en los principales puertos de la región tiene un ritmo de crecimiento de 5% interanual, a la vez que el consumo de energía eléctrica crece a 4,3% y el de gas natural a 5% interanual.


Una de las razones más importantes está en el crecimiento de la clase media, un fenómeno muy conocido en Asia y en menor medida en África. Eso implica una mayor demanda de vías de comunicación, redes TIC, electricidad y movilidad. A esa causa se unen los tratados de libre comercio que empujan a hacer mejoras sustanciales en la capacidad logística portuaria y aeroportuaria[1].


Para atender esta presión de crecimiento, existen los recursos y la región cuenta con abundantes posibilidades de financiación. El reto en todo caso está en el fortalecimiento de la capacidad institucional para su implementación en términos de cooperación público-privada, transparencia, planificación integral que involucre a los ciudadanos usuarios, inversores y decisores e implementación eficaz y sostenible.

Para muchos ciudadanos y analistas iberoamericanos resulta llamativo que se gaste dos o tres veces en tiempo y dinero en un puente o en una línea de ferrocarril que en otros proyectos en otras partes del mundo y con condiciones similares de entorno y material de construcción. Las denuncias al respecto son abundantes y es sintomático de las dificultades de un avance en el desarrollo de infraestructuras en la región.


Igualmente resulta significativo que una vez implementado un sistema de transporte masivo urbano su complementación con otros sistemas alternativos o su simple mantenimiento se quede rezagado en menos de 5-10 años. Bogotá y Caracas lo sufren a diario.


Allí, en ese gran detalle, el de la eficacia y la transparencia está el principal desafío. En cómo lograr atender la prioridad iberoamericana de la mejor manera posible en cuanto a despliegue de recursos y esfuerzos.

De momento, en la mayoría de los países existe una conciencia clara de la necesidad de llevar a cabo obras de expansión y mejora de las infraestructura. También está claro que en gran parte de las iniciativas el Estado no solo debe actuar en forma coordinada con los sectores privados sino con los ciudadanos-usuarios para mantener ese esfuerzo de manera sostenible.

El desafío está en no solo hacerlo de la manera mejor planificada posible, sino de la forma más transparente y eficaz.


De lo contrario, la región sufrirá un rezago significativo en sus capacidades logísticas y sus niveles de competitividad a escala global evitando de esa forma el ansiado desarrollo al que la mayoría de sus gobiernos apuntan.


¿Cómo lo observa usted?



[1] De acuerdo a la CAF, "los movimientos de bienes y personas, internos e internacionales, han venido incrementándose, en algunos casos a tasas muy altas. Se destacan el transporte aéreo de pasajeros, en el que Sudamérica es una de las regiones del mundo con mayor crecimiento (10% anual en el último quinquenio). En cargas –en las que Brasil, Chile y Colombia dan cuenta de casi el 80% del tráfico– el nivel de actividad se recupera lentamente de la caída que tuvo en 2010, aunque sin alcanzar aún el nivel de 2009. Otro ejemplo de crecimiento intenso es la motorización, que en lo referente a automóviles particulares ha mostrado tasas de crecimiento superiores al 6% anual. En el caso de las motos el crecimiento es explosivo: en cinco años el parque prácticamente se duplicó; ha sido muy intenso en algunos países como Argentina, Brasil y Colombia, contribuyendo a la movilidad pero generando serios riesgos de seguridad". Ver: CAF (2013). Ideal 2013: La infraestructura en el desarrollo integral de América Latina. CAF, Bogotá. Pág 15.

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