Entendiendo los cambios en la arquitectura energética y los desafíos del 2014-2016
- pontegea
- 3 abr 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2023
El triángulo energético está configurado por tres vértices: 1) crecimiento y desarrollo económico, 2) sostenibilidad ambiental, 3) acceso a la energía y seguridad energética.
Es un equilibrio difícil de conseguir por la complejidad de las variables involucradas. Por ejemplo, hacer énfasis en asegurar el crecimiento económico frecuentemente aminora la atención en lo ambiental.
Esta presión es mayor en los países en desarrollo quienes se niegan a asumir el coste adicional de energías limpias y eficientes. Por otro lado, la abundancia de recursos naturales en los países energéticamente superavitarios o exportadores, especialmente en hidrocarburos, facilita la política de subsidios en el consumo doméstico reduciendo de esa forma cualquier impulso a las políticas de eficiencia energética.
No obstante, el cambio estructural en un sistema energético del país no es fácil de llevar a cabo. La política energética requiere de un compromiso de largo plazo, sobre todo, en lo que tiene que ver a soportar las distintas presiones económicas y sociales encontradas de los grupos de interés involucrados.
La introducción de nuevas tecnologías, tales como las renovables, tiene un efecto disruptivo sobre el status quo de la industria energética, donde es habitual encontrar intervención pública directa, monopolios u oligopolios.
Pero tal vez, el cambio más potente, además de la continua expansión de las renovables y la innovación tecnológica energética en el ámbito del consumo energético, está en la posibilidad de que el mercado de los hidrocarburos pase a ser un mercado con excedentes.
El acceso a este tipo de fuentes primarias de energía ahora abundante podría tener un impacto directo sobre las cotizaciones, tal como ya ocurre en EEUU, pero aún más en el futuro del desarrollo de las fuentes energéticas renovables que se verán obligadas a bajar aún más sus costes para poder operar en forma competitiva.
Los cambios de la arquitectura energética están provocando más presión sobre otros recursos necesarios para el procesamiento de nuevas fuentes energéticas. El agua y las tierras raras son las que más presión sienten y sin duda tendrá efectos sobre países con amplias reservas de los mismos.
Vivimos tiempos de rápido cambios y la valoración de los proyectos energéticos tiene que tomar en cuenta no solo los cambios rápidos o la inestabilidad de los marcos regulatorios, sino la presión de los lobbies y sobre todo la innovación tecnológica energética que coloca no solo nuevas fuentes energéticas primarias a nuestro alcance sino nuevas formas de consumo.
Anticiparse a estos cambios es todo un desafío y está rompiendo todos los esquemas de análisis conocidos hasta ahora en política energética.
Dos formas de anticiparse están en desarrollar habilidades en vigilancia tecnológica y tener a disposición un servicio eficaz de inteligencia competitiva complementado con análisis del entorno. De esa forma, hacer prospectiva sobre cambios inmediatos y plantear posibles escenarios a medio y largo plazo es factible.
Reducir la incertidumbre, en ese sentido, es viable y entender los cambios en la arquitectura energética y los desafíos de los próximos dos años para el desarrollo de negocios y tomar decisiones políticas una realidad si se toman las medidas adecuadas de anticipación.




















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